me ha tocado mesa

El otro día me encontré con una sorpresa al llegar a mi hogar, me había tocado, no mesa, sino segunda suplente de presidente de mesa en las futuras elecciones al parlamento europeo, tras haberme sulfurado ligeramente, me informé de como podía escapar a la obligación de asistir.

He votado en todas las elecciones, no ya por convencimiento democrático, sino con la intención de contrarrestar el voto de alguien de derechas, eso es lo que mueve mi corazón cuando deposito la papeleta.

No me apetece nada perder un domingo de mi vida comprobando documentos nacionales de identidad mientras veo como desfilan ante mí todos mis vecinos, pero me apetece menos aún levantarme al alba en un día que puedo descansar para que me den una palmadita de agradecimiento y manden irme por donde he venido.

Me puse en contacto con la junta electoral en una dirección de e-mail que se nos facilita, explicaba que no podía ir a la reunión previa del viernes por tener que trabajar y que no entendía que en un país lleno de parados no se les diera la oportunidad a estos de ocupar esos puestos. La respuesta, bastante ofensiva, bajo mi punta de vista, es que no me preocupase, que solo me iba a tocar si faltaban el presidente y el primer suplente (insulto directo a mi inteligencia) y que la asignación se hacía por sorteo (insulto directo a mi cultura general), con lo que volvieron a subirme los calores y repliqué que conocía perfectamente las reglas del juego, que valoraba la democracia y el derecho al voto pero que para un día que se puede descansar, a nadie le apetece tener que madrugar por amor a la democracia para que te manden a tu casa sin haber visto más recompensa que comprobar como esos a los que elegimos para que nos roben a manos abiertas se perpetúen en sus poltronas.

Nunca más recibí contestación.

Pues bien, ahora me encuentro la noticia de que a un aficionado del Atlético le han eximido de su deber por ir al partido. Cuando me informé sobre como escapar vi que, además de las razones obvias, como son estar ingresado, ser un anciano, etc, aparecían otras que, como siempre, marginan a lo que no se ajusta a los cánones deseados por la sociedad, ya sabemos, si eres madre puedes librarte, lo cual es absolutamente lógico, pero si no tienes hijos no hay excusa (lo mismo que con la conciliación laboral).

Pues bien, no contaba con la excusa del circo, no sé como no se me ocurriópolitics-elections-vote-voter-voting-polls-gmin116l que, teniendo el fútbol en este país categoría casi de religión, interesando a las élites que el derecho a disfrutar del partidito y las posterior resaca no sea vulnerado, podía haberme excusado de esta manera.

Se ve que soy una ciudadana de segunda, mis aficiones, sean las que sean, sea ir al campo, sea vaguear en el sofá, sea visitar enfermos en el hospital, sea construir castillos de arena o sea tomar el vermú, nunca serán tan importantes como el nuevo ópio del pueblo, si un presidente del gobierno puede ir a disfrutar de un partido cuando se anuncia el rescate de su país, ¿cómo no va a poder una segunda presidenta de mesa electoral escapar a esta obligación?

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Lo que me indigna a mí de la muerte de Carrasco

Esta campaña electoral está siendo diferente, un poco menos aburrida, quizá, más movida, la mediocridad de los candidatos se oculta tras el tema estrella, el asesinato de la presidenta de la diputación de León, Isabel Carrasco.

Ella era una cacique corrupta que hizo de la diputación y la provincia su feudo, ponía y quitaba a su antojo y no había dios que la tosiera, pues su poder en León era conocido y sus tentáculos se extendían a todas partes, era una persona que se creía tan por encima del bien y del mal que no dudaba, por ejemplo, en amenazar a un periodista cuyas crónicas no le gustaron utilizando su anterior cargo de inspectora de hacienda.

Las gaviotas lloran con lágrimas de cocodrilo (pues no era ni querida dentro de su partido) su pérdidaimagen mientras se indignan por los comentarios vertidos en las redes sociales, ya tienen una excusa más para poner cotas a la libertad de expresión. Libertad de expresión que en este país es un bien privativo de la derecha, mientras que tertulianos enfermos de odio, obispos depravados, políticos machistas, empresarios negreros y demás calaña pueden ensañarse con mujeres que tienen que abortar, homosexuales, una clase obrera en constante declive, familiares de asesinados por el régimen fascista de paquito o inmigrantes desvalidos, las ideas de izquierdas no pueden expresarse en voz alta, pues siempre se hablará de apología de cierto tipo de violencia.

Al margen de todo esto, lo que me llama más la atención es que se cuente la historia, no ya despojando al crimen de cualquier connotación política, que a mi juicio las tiene todas, sino con total normalidad cuando se habla de la vida laboral de la hija de la presunta asesina. Sucede, y todos lo sabemos, pero no deja de indignarme. Una persona con poder crea un puesto solo y exclusivamente para otra, esté preparada o no, basándose en lazos afectivos, aparecen las rencillas y la destituye. Esos puestos son los que nos cuestan dinero, y no los tan perseguidos funcionarios, esos puestos son los que hacen que cualquier proyecto serio en este país se convierta en una chapuza, esos puestos son los que favorecen la desigualdad social, pues estamos limitando el acceso a ellos, si no eres amigo de da igual que seas el mejor en tu campo, esos puestos generan agujeros en todas las administraciones públicas, y esos puestos son lo único que no se toca (a no ser que fueras la todopoderosa Isabel y surgiera el conflicto personal) ni en tiempos de crisis.

Desconozco si Montserrat Triana era buena profesional, a la vista está que una vez convocada la oposición no fue la más brillante, pero en este país para tener un buen trabajo lo único que te hace falta es un buen enchufe, así se genera la deuda, en las televisiones públicas plagadas de consejeros que con sueldos de 3000 euros al mes no van ni a calentar la silla, en este país de secretarios y jefes de comunicación en diputaciones cuyo paso por las sedes de su trabajo se da en contadas ocasiones, de sillas vacías en ayuntamientos cuya única función es ser una nómina más que ni hace ni deshace, solo ingresa, de mamones cuyo único mérito es estar afiliado a un partido, pertenecer a una familia o a una secta (véase Opus Dei) o follarte a quien te conviene, en este país de mierda un contacto es tu pasaporte a la buena vida.

Menos mal que soy atea, porque si no tendría miedo, ahora mismo Isabelita ya le habría robado el cargo al mismísimo demonio y tendría que rendirle cuentas a ella tras mi muerte. Que duro.

 

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somos escoria

A veces siento que me repito, pero no dejo de darle vueltas al mismo tema ¿cómo consiguen que no hayamos acabado con las estructuras de poder?

Eliminan derechos en todos los ámbitos, vulnerando incluso aquellos recogidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos, como alimento, techo o sanidad, se ríen de las conquistas hechas por mujeres y obreros a lo largo de la historia. Se asientan en el poder de la mano de una clase empresarial que solo contempla para el proletariado la servidumbre como modo de vida.

Nuestros salarios de mierda en nuestros curros de mierda son cada vez más precarios, a medida que bajan los sueldos lo hacen los derechos. Miles de pisos vacíos han sido testigos mudos del desalojo de personas que fueron engañadas por bancos que, como buitres esperando la carroña, concedían créditos que ya sabían impagados para luego especular con esas propiedades cuyo precio había sido inflado, con las que les venían de regalo a través de los avales y con la deuda generada.

Y seguimos tan tranquilos, todos conocemos a alguien que lo está pasando realmente mal (si no somos nosotros ese alguien) nos rodean situaciones dramáticas y, al igual que ha pasado con la violencia gracias a la televisión, nos hemos inmunizado.

Vamos a dar una vuelta por cualquier ciudad, ¿qué es lo que vemos? lo que observo yo es que en Zara hay colas para pagar, que los centros comerciales están a tope, que despreciamos el bar de la esquina, el de toda la vida con la caña bien tirada, y nos vamos a la cadena de mierda con el precio inflado y la decoración uniforme, que pagamos 700 pavos (eso sí, en cómodos plazos) por un teléfono que en cuatro meses está obsoleto (mierda, ¡necesito el siguiente!), que ni miramos las facturas de luz y teléfono porque hemos asumido que nos van a robar, seguimos comprando productos elaborados en multinacionales que tienen a sus trabajadores esclavizados porque «molan más» (¿de verdad hay tanta diferencia entre Nike y Kine? si las ha cosido el mismo chino, solo que una en el turno de mañana y otra en el turno de tarde), que tragamos detritus televisivos en los que famosos de medio pelo se despellejan al amparo de un guión o decimos que amamos el deporte porque nos gusta el fútbol cuando perdió hace tiempo toda su esencia, pasando a ser el circo más importante que ahora nos ofrece el cesar.

La conclusión a la que llego es que no nos levantamos porque nos han hecho creer que nos gusta esta vida, mientras estemos al mismo nivel que nuestro entorno no nos sentiremos inferiores: yo soy un obrero, tengo un trabajo que ni me gusta, ni me hace crecer como persona, ni me hace feliz, pero es lo que hay y la cosa está muy mala, aún así tengo mi móvil último modelo, cada poco renuevo mi vestuario, un día a la semana ceno en la hamburguesería, pero no en la de mi barrio, alimento mi colesterol en esa que  te sirven plástico con glutamato y abre 24 horas, luego me tomo unas copas en la discoteca más cara, más de moda, más saturada y con la música más comercial, a ser posible que me sirvan el garrafón más mortifero que haya y los beneficios vayan a parar al empresario más corrupto de mi ciudad, ahora ya he cumplido como currito en fase descanso. Yo soy otro obrero, con un trabajo desmoralizante y mal pagado al igual que el de mi señora, con niños, nos cuesta llegar a fin de mes, pero a nuestros hijos no les falta el último modelo de videoconsola, como no tenemos tiempo les alimentamos a fuerza de comida insana y preparada, pero así están contentos, es la que les gusta, cuando quiero salir me llevo a mis hijos a tomar unas cañas, sin duda el mejor entorno para un niño es un local atestado de adultos borrachos hablando de gilipolleces, así socializan con los retoños de mis amigos, pueden comentar a lo que juegan mientras miran las pantallas de los dispositivos que les entretienen, así no me dan la vara. Yo soy otro obrero….

Todos nos creemos afortunados por nuestras posesiones, por nuestro estilo de vida, porque «hay gente que está peor», asumimos eso como un hecho permanente, no como algo que podamos cambiar, miramos a otro lado ante las desgracias porque no queremos sentirnos culpables. Pensamos «a mí no me va a afectar, yo no voy a tener un cancer que no me pague la seguridad social» «eso no va conmigo, yo no me voy a quedar embarazada si no lo estoy buscando» «mi trabajo es seguro, siempre pagaré la hipoteca» «mi padre cotizó cuarenta años, ¿cómo le van a quitar la pensión?» «¿qué más da que estudien un poco de religión? no les va a hacer ningún mal».

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Vivimos en una sociedad conformista y estúpida que teme perder las comodidades que tiene si levanta un dedo, seres individualistas que contemplan su ombligo sin ser conscientes del vacío de sus vidas y de lo que se les viene encima, pero que se han rendido ante las estructuras de poder.

Tenemos esta escoria de políticos, con esta esta escoria de sociedad porque formamos parte de esta escoria.

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por mí como si te mueres en el último país del mundo (Rajoy dixit)

Salta a la palestra (aunque sin fuegos artificiales como es habitual en el gobierno que nos ocupa) la noticia de que el PP planea limitar la sanidad a los parados que hayan marchado al extranjero.

Esta medida va en la línea de todas las decisiones tomadas por este gobierno despótico que nos ha tocado en suerte. Nos ha tocado, recordemos, porque les hemos encumbrado con nuestros votos, vale, el mío no, quizImageá el tuyo tampoco, pero sí el de miles de privilegiados y un montón de proletarios engañados (¿hay algo peor que un obrero de derechas?). Es otro ejemplo de un gobierno que nos está metiendo una reforma ideológica al amparo de una crisis creada por la casta parasitaria que elegimos cada cuatro años.

Quitar el derecho a la sanidad a una persona que ha sido forzada a abandonar su país, porque casi nadie marcha por gusto, tras años de cumplir con sus obligaciones fiscales, es rastrero e inhumano, la única razón que se me puede ocurrir es intentar poner freno a la emigración, pues todo ciudadano es un contribuyente que llena las arcas de estado, pero en vez de encaminar la política a generar empleo o a fomentar la economía para que sean las leyes del mercado las que lo creen, se dedican a ahogar con impuestos a los ciudadanos, a apretar hasta que no se pueda exprimir más y, encima, a castigar a quien, ya no se rebele, sino que decida huir de esta situación tan injusta.

Y esto me lleva a una pregunta ¿para que nos vale pagar impuestos? si luego no podemos disfrutar de los beneficios que de ellos se deberían derivar, si yo pago por una sanidad, por una educación, por unas infraestructuras, por una televisión, etc, y regalan este servicio público a sus amigos, me restringen el derecho a usarlo, o lo degradan hasta el punto de que su desaparición este plenamente justificada (¿alguien echaría de menos «la uno»?), ¿de qué sirve destinar una parte de lo honradamente ganado para que lo gestiones el mangante de turno? Y es que esto es un arma de doble filo, porque por un lado una insumisión fiscal sería dañina para las arcas del estado, pero por otro, si todos dedicamos nuestros recursos a contratar lo que debería ser público a la empresa privada, simplemente porque no nos fiamos, ¿no estarán consiguiendo su objetivo? Muchos ciudadanos optan por un plan de pensiones privado porque no creen que la seguridad social vaya a ampararles en el futuro ¿no es esto lo que buscan ellos? ¿que nos saquemos las castañas del fuego nosotros para no quemarse ellos?

Cada día estoy más convencida de que lo que este país necesita es una revolución que es precisamente lo que no le vamos a dar.

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Cadáveres que valen millones

Cada vez que veo como el gobierno gasta millones de euros en la búsqueda de un cuerpo porque a un niñato malcriado le apetece marear al personal me pongo de uñas, no porque no desee que aparezca esa chiquilla, si la familia lo necesita entiendo que anhelen el hallazgo del cadáver, pero no puedo dejar de pensar ¿por qué por ella sí y por otros no?

No me refiero solo a las víctimas de los homicidios o los desaparecidos que en el presente reciben una mínima atención mediática y son archivados por la policía a la primera de cambio, qué también.

cunetaMi indignación parte de los muertos que siguen en las cunetas a causa de la represión franquista, cadáveres amontonados cuya ubicación, en muchos casos, es de sobra conocida por los habitantes de una determinada comarca, no habría ni que buscar, solo preguntar antes de que fallezcan los testigos.

Hay miles de personas que, sin saber nada acerca del funesto destino de su familiar desaparecido, tienen que aguantar como ciertos indeseables, los mismos que en muchos casos tienen por pasatiempo ir a gritar «¡hijo de puta, di la verdad!» a la puerta del juzgado cuando entra Miguel Carcaño, dicen que «qué más les da a los familiares de los represaliados dónde estén si ya saben que están muertos». Hay mujeres que aún esperan tener noticias de su hermano, con la esperanza de que haya conseguido huir y reconstruir su vida, hay hombres que aún anhelan saber que fue de su prima, huérfanos que nunca tuvieron la certeza de que lo eran, y pasean sobre tumbas sin saberlo. Para el gobierno del estado, como para muchos desalmados, esa incertidumbre no vale nada.

Marta del Castillo es el ejemplo de que hay muertos que valen más que otros, no importa cuántos recursos públicos se inviertan con tal de que aparezca, estando ya sus verdugos condenados, al mismo tiempo, miles de inocentes se pudren en fosas comunes y los descendientes de los culpables mueven los hilos del país desde sus despachos, encumbrados con nuestros inconscientes votos. ¿Qué reciben esas familias que no tienen dónde ir a llorar? algo de apoyo de las asociaciones de memoria, una deficiente ley para su recuperación y la hostilidad de los que no quieren que salga nada a la luz.

El argumento de «si ya saben que están muertos» no solo es de una insensibilidad manifiesta, sino que delata una hipocresía descomunal cuando luego se trata de defender el derecho de otra familia a conocer el paradero de su niña.

Amnistía Internacional, una organización de sobrada y probada credibilidad, metió el dedo en la llaga con su informe El tiempo pasa, la impunidad permanece,  este versa sobre como en España se sigue negando a las víctimas el derecho a la verdad y la justicia, poniendo todos los obstáculos posibles para que este fin no sea alcanzado nunca, y todo esto mientras se ponen a disposición de la familia de Marta todos los recursos necesarios  para que ese cadáver aparezca, una y otra vez. Por eso, hay muertos que valen más que otros, o, simplemente, que interesan más.

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Derecho a la conciliación, ¿por qué no para todos?

Un tema con el que hay que andarse con pies de plomo es la conciliación de la vida laboral y familiar. A mí (vaya por delante) me parece importantísimo, habría líneas y líneas para escribir sobre ello. Pero hay una cosa que me trae de cabeza: las diferencias (lluevanme las críticas). Entiendo que toda persona con hijos tenga derecho a esa conciliación, pero también entiendo que toda persona sin hijos también la tenga.

Me parece absolutamente injusto que en casi cualquier empresa se de prioridad a la hora, por ejemplo, de elegir unas vacaciones a aquellos que tomaron la decisión (consciente o no) de procrear algún día. Creo firmemente en el derecho de cualquier padre o madre a disfrutar de sus hijos, pero ¿no debería tenerlo también esa chica soltera que lleva un año sin ver a sus amigas a planear un viaje con ellas en esa fecha exacta en la que todas pueden? ¿no debería tenerlo también ese hombre de mediana edad cuyo padre tiene un cáncer terminal a disfrutar de sus últimos momentos con él? ¿no debería tenerlo también esa persona que está empezando una relación a disfrutar y conocer a su nueva pareja? ¿no debería tenerlo también ese chico que lleva todo el año esperando ese mundial de su deporte favorito a poder disfrutarlo? ¿no debería tenerlo también…? 

Pasa lo mismo con los horarios, pongamos que firmas un contrato con horario alterno, estás una semana de mañana y una semana de tarde pero tu compañera, la que lleva el ritmo contrario que el tuyo, decide poner un retoño en su vida, es absolutamente legítimo (es más, creo que debería ser obligatorio) que esta chica pueda elegir la jornada que mejor le permita cuidar y disfrutar de su hij@, pero habría que buscar un remedio para que tú, que tenías ese maravilloso horario, no tengas que estar comiéndote las tardes hasta que fulanit@ tome su primer cubata. 

Claro está, es un problema de la sociedad, de esa sociedad que favorece la conciliación de la vida laboral con la familiar cuando la familia es de corte tradicional, cuanta más mano de obra al mundo, más fácil se lo pone.ImageRepito (una vez más), quien tiene hijos tiene que recibir ayuda, pero no a costa de quien toma la decisión de no tenerlos. Buscar soluciones está difícil, las grandes compañías deberían habilitar guarderías en los mismos centros de trabajo y, con respecto a los pequeños empresarios, quizá debería hacer algo el (des)gobierno de este país, como encargarse de que hubiese suficientes plazas públicas para cubrir la demanda y ampliar el horario de estas. También cambiar la mentalidad para que ambos conyuges (en caso de haberlos, pues el modelo monoparental cada vez es más habitual) se ocupen a partes iguales del cuidado de su descendencia. Seguro que hay miles de medidas, pero se prefiere seguir castigando a quien toma el camino alternativo de no reproducirse.

Por cierto, que entiendo que se facilite la vida a aquellos padres y madres responsables y entregados al cuidado y educación de la chavalería, pero no a esos que delegan la educación en la tele, que utilizan la play como canguro y que creen que el entorno más adecuado esos locos bajitos es un bar en lugar de un parque.

 

 

 

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¿Por qué cada vez que tengo que hacer un trámite administrativo me sale la bilis hasta por las orejas?

¿Por qué para pagar algo en un organismo público tienes que pasar por la caja o banco de turno, mangoneado por políticos y pagar unas tasas abusivas?

¿Por qué se ha adjudicado a dicha caja/banco ese servicio? ¿Ha sido un proceso transparente o fruto del clientelismo y el tráfico de influencias?

¿Por qué no puede manejar dinero un funcionario, que ha sacado su plaza y está perfectamente capacitado para ello?

¿Por qué se derivan funciones a entidades privadas pudiendo ser desarrolladas por empleados públicos? (o, mismamente, a través de internet)

¿Por qué tengo que perder mi tiempo haciendo una cola pudiendo hacer una transferencia?

¿Por qué cada vez que tengo que hacer un trámite administrativo me sale la bilis hasta por las orejas?

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la tapadera del fútbol

Un año más asisto atónita a como el gobierno, gracias a la sociedad idiotizada por el fútbol, aprovecha la coyuntura para aprobar las medidas más impopulares. Llega la Copa Confederaciones y suben impuestos, adjudican hospitales a sus amiguitos, recortan derechos sociales, vamos, se ríen de todos nosotros.

Mientras, ves al obrero, ese que es el que más va a sufrir los abusos de la dictadura del mercado, ese que pierde todo tipo de prestaciones sociales, ese al que el chupito le va a salir más caro, ese al que van a negar pruebas médicas, ese que no se puede ir de vacaciones porque lleva dos años en el paro, poniéndose esa horrible camiseta de plástico puro, cosida por un niño en un país subdesarrollado por cuatro duros, y pasando de todo.

Yo no digo que no respete que a alguien le guste el fútbol como deporte, yo lo respeto como ese chaval aficionado que hace milagros con su tiempo libre para poder ir a echar esa pachanga, o como ese jugador de un equipo modesto que no llega a fin de mes pero ama lo que hace, no lo respeto como expresión máxima del capitalismo, y lo que no respeto, porque NO LO PUEDO RESPETAR, es que esos días haya bula para esos sinvergüenzas que están en el poder, que no pasa nada, gana España, pagan a unos niñatos megalómanos unas primas abusivas (véase el pasado mundial) mientras los niños de todo el país se tienen que llevar el papel higiénico a las escuelas públicas. Saben que pueden hacer lo que quieran, la gente va a salir a la calle, sí, pero no para tomar el congreso, que sería la reacción más lógica, sino para destrozarlo todo bandera en mano enorgulleciendose de pertenecer a un país de mierda en el que importa más ganar un partido que defender los derechos sociales.

Disfrutad vuestras competiciones, claro que sí, pero tomaroslo como un deporte, no como una religión, y mirad más allá de vuestra tele y de la plaza del pueblo, que nos están dejando en pelota y les reímos las gracietas.

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Vosotras sí que dais asco

Esta es una anécdota personal con la que he dado la turra a los de mi alrededor un millón de veces, pero sigo anonadada y necesito plasmarla.

Corría diciembre, tenía que ir a correos a enviar un giro y no se me ocurrió mejor momento que a última hora de la tarde, digamos, cuando más gente puede haber. Siempre voy con música  por la calle y cuando me toca esperar, si no tengo un libro a mano, me acompaña también, pero en esta ocasión mis cascos (algún día le dedicaré un post a ese ser inhumano que le puso altavoces a los móviles) no me sirvieron de nada.

Sin duda, para ver la ratio de inmigración en una ciudad, correos es uno de los sitios más adecuados, pues estos lugares son un crisol de culturas, sobre todo en estas fechas, ya que quien está lejos de casa es quien más propenso es a enviar un paquete. Como tenía para rato, tomé asiento al lado de dos chicas de unos veinte años, eso sí, españolas de pura cepa. De repente, un sonido infernal empezó a atronar mis oídos a través de los cascos, un horrible villancico cantado por un gato de dibujos animados, ahí estaban ellas, sin ningún respeto por todos los allí presentes, viendo ese vídeo chirriante en un móvil, a un volumen atronador y con la habitual calidad de sonido que caracteriza a estos dispositivos. Cero respeto, por supuesto, pero hubiera sido mejor que esa asquerosa musiquilla siguiera perturbando la tranquilidad de correos antes que escuchar la sarta de barbaridades, bastante más asquerosas, que salieron de las bocas de estas chavalas.

Hay tres tipos de personas que hablan alto, primero están los duros de oído, luego, aquellos que parece que de nacimiento se tragaron un altavoz, es su tono de voz, no pueden hacer nada y les queremos igual, y en último lugar, los notas que creen que su conversación es lo mejor que podemos oír todos los que estamos a su alrededor y por ello sobreponen su infinita verborrea a todo sonido que les rodee, no vayan a privarnos del privilegio que supone escucharles. Estos últimos suelen tener cerebro de mosquito, ideas de bombero y su hábitat natural son lugares públicos, autobuses: parques, bares, cualquier lugar en el que molestar sea un plus.

Pues bien, como imagináis, estas dos pertenecían a la última categoría de voceadores, pero hubiera preferido que siguieran con sus rolletes de fin de semana a que entraran en temas que hacen que pierdas la fé en la juventud.

Empezó una de ellas a alegrarse de que su amiga funcionaria se hubiera quedado sin paga extra de navidad con el triste argumento de ¡qué se jodá! si yo nunca la tuve ¿por qué la va a tener ella? ¡qué les den por culo a todos!. ¡Viva la solidaridad! ¿cómo puede alguien alegrarse de que a otra persona le quiten derechos por los que tan duro ha peleado la clase obrera? ¿qué dice de ti preferir que a tu amigo se quede sin un dinero que se ha ganado, solo porque tú no lo tengas? ¿cómo se puede ser tan estúpida para no darse cuenta que cuando pasan por encima de un derecho adquirido tú lo que estás es más lejos de conseguirlo para ti? Personalmente, cuando me entero de las bajadas en el salario o de la supresión de la extra me acuerdo también en mis amigos funcionarios, pero lo último que pienso es «¡qué se jodan!» lo que me viene a la cabeza un sentimiento de indignación.

Tras un rato de perlas similares pasaron a otro tema, hablando de su trabajo una dijo que el otro día el búlgaro (léase con desprecio en el tono) de su oficina había tenido la desfachatez de decir que echaba de menos su país, la cosa seguía así le dije «¿echas de menos tú país? pues no sé que coño haces aquí» puto búlgaro de mierda, es que le tengo un asco, a él y a todos, me dieron ganas de estrellarle, de meterle una ostia, de estamparle contra la pared y llenarlo todo de sangre, pero no lo hice, porque me da asco tocar a esa gente, tía, que asco, mancharme la mano, y llenar todo de su mierda de sangre, su comentario no era solo por ese búlgaro en concreto, sino por todo inmigrante en general.

La chicas reían y se daban la razón hablando de la repulsión que les producía toda esa gente, todos esos extranjeros, y lo hacían en un recinto lleno de ellos, la pareja que tenían sentada al lado podía ser búlgara perfectamente, correos estaba lleno de sudamericanos, africanos, europeos del este… y ellas, amparándose en no sé que impunidad, que desde luego tenían pues nada sucedió, voceaban acerca del asco que daban casi todos los que estaban bajo este techo, cuando las que más asco daban, sin duda, eran ellas.

Maleducadas, molestas, insolidarias, despectivas, racistas, sin duda, asquerosas. Yo en varias ocasiones estuve a punto de saltar, de meterme en la conversación, incluso me daban ganas de darles un buen tortazo a cada una, pero eran dos y una pesaba al menos el doble que yo, la cobardía me pudo, aunque estoy segura de que si lo hubiera hecho los vítores y los aplausos se hubieran sucedido y, probablemente, hubiera habido un linchamiento general.

Pero me marché, no dije nada, nadie dijo nada, y ahí se quedaron ellas, pensando que eran las reinas del mundo, las que tenían la conversación más interesante, la razón más absoluta, pero la desgracia de tener compañeros de trabajo búlgaros, aunque un poco de justicia divina existía, pues los derechos de algunos trabajadores eran mermados para equipararlos a los suyos.

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Los años del NO-DO

no-doSábado por la tarde, la dos suena de fondo, aunque no presto atención, simplemente la tele me sirve en ese momento de ruidosa compañía, algo llama mi atención ¿de verdad he pasado de un precioso documental a un programa que cuenta la historia de España a través del NO-DO?

¿Qué clase de historia se puede contar con imágenes del NO-DO? Un espacio cuya labor «informativa» se limitaba a la propaganda de un régimen dictatorial, genocida y fascista. En el marco de una televisión hecha por y para dicho régimen, esa inconfundible voz llevaba a los hogares la información que al caudillo y sus secuaces le parecía adecuada. Ahora la televisión pública nos sirve en bandeja de nuevo esa historia sesgada y modificada para publicitar a su excelencia.

Supongo que el programa les sale barato al tirar de imágenes de archivo, pero ¿tenemos que soportar los españoles un refrito asqueroso sin siquiera un ápice de crítica? ¿tiene derecho a ocupar un solo segundo de nuestra televisión ese enano de voz de pito y las ranciuras de la España profunda y cañí que tanto le gustaban? ¿tienen esos contenidos abiertamente machistas, que, sin duda, ahora serían objeto de censura, algún tipo de cabida en una España supuestamente tolerante?

En este país no se han condenado oficialmente los años de dictadura, ni siquiera los libros  de texto hablan de Franco como de un dictador, no debería sorprendernos entonces que sus herederos nos intenten vender la moto con nostalgia.

Yo no trago, pero ¿y esa gente que engulle todo lo que le sueltan como una verdad absoluta? ¿esa gente joven y descerebrada, sin un ápice de capacidad critica, a la que un par de fachas le habla del franquismo como una época dorada y se lo cree? ¿hay derecho a que la historia sea maltratada y manipulada y a que auténticas aberraciones, auténticos iconos de la desinformación, sean emitidos dentro de la parrilla de una televisión pública?

Lo que peor me parece es que los españolitos de a pie ni se inmuten, cuando hasta en medios extranjeros como, por ejemplo, The Guardian, hablan de como este gobierno está intentando distorsionar la historia.

Estoy horrorizada.

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